Cribado del cáncer colorrectal en vigilancia de la salud laboral

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Desde 1995, se ha producido un cambio revolucionario en la medicina del trabajo en España. La supremacía de la prevención sobre la reparación o sanción, en la que se basa la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, ha propiciado un entorno privilegiado para el especialista en medicina del trabajo en el desarrollo de las tareas asistenciales, preventivas, gestoras, periciales, docentes e investigadoras que tiene asignadas(1).

Los tumores son responsables del 26% de las muertes en nuestro entorno y representan en la actualidad la segunda causa de muerte en España(2). El cáncer colorrectal (CCR) es la segunda neoplasia más frecuente en los países occidentales, y constituye la segunda causa de muerte por cáncer en España(3). Su incidencia está aumentando de forma notable en los países desarrollados.

La mayoría de los CCR son adenocarcinomas que se originan a partir de la mucosa y se localizan principalmente en el colon izquierdo y distal, aunque se está produciendo un incremento en la incidencia de los tumores de colon derecho(2). En la mayoría de los casos, el CCR surge de pólipos adenomatosos benignos, con una alta incidencia entre los adultos mayores de 50 años, aunque la gran mayoría de ellos no malignizan.

Las campañas de cribado del CCR pretenden detectar los CCR invasivos y los adenomas avanzados, que se definen como pólipos mayores o iguales a 10 mm o que presentan un alto grado de displasia histológica o con componente velloso significativo(4). El largo intervalo de tiempo entre la aparición del pólipo y la transformación en cáncer permite su detección y extirpación en el periodo presintomático(5).

El principal factor pronóstico del CCR es el estadio de la enfermedad en el momento del diagnóstico. El estadiaje se realiza mediante el sistema TNM y mediante la clasificación de Astler y Coller modificada. En el 20-30% de los casos de CCR existen antecedentes familiares, ya sea en el contexto de formas hereditarias bien conocidas (poliposis adenomatosa familiar y síndrome de Lynch) u otras en las que aún no se conoce la alteración genética subyacente(6). Pero la mayoría de los casos de CCR son tumores esporádicos, por lo que en su estudio etiopatogénico toman especial importancia los hábitos de vida y los factores ambientales, dentro de los cuales están incluidos los factores laborales. Algunos factores de riesgo en relación con el CCR son bien conocidos: el tabaco, el alcohol, las carnes rojas y procesadas, el déficit de ácido fólico y su interacción con el consumo de alcohol, el sedentarismo, el sobrepeso y la hiperglucemia. Dado que todos ellos son factores de riesgo modificables, la prevención primaria del CCR, al actuar sobre dichos factores, reduce su incidencia en un 71%(3).

Los estudios epidemiológicos que han intentado asociar exposiciones laborales con esta neoplasia generalmente han resultado negativos(7-10), con lo que no se ha podido demostrar la relación entre la exposición a múltiples agentes químicos de uso industrial y el CCR(11). Sí se ha encontrado un aumento en la incidencia de determinados cánceres, entre ellos el CCR, entre miembros del cuerpo de bomberos(12). También se ha sugerido un origen laboral del CCR en otras profesiones como guardas forestales y agricultores que usan pesticidas(13), trabajadores expuestos a fibras sintéticas, zapateros, peleteros, herreros y trabajadores de fundiciones e industria metalúrgica, trabajadores varones de la industria química y trabajadoras de la industria textil(14). Sin embargo, el factor laboral que más se ha estudiado en relación con el CCR es, sin lugar a dudas, el sedentarismo laboral. Existe abundante bibliografía que asocia de manera estadísticamente significativa el CCR a los “trabajadores de cuello blanco” y otros puestos de trabajo sedentarios, incluso dentro de la misma clase social, sexo o raza(15-19). Más aún, existen artículos que relacionan el sedentarismo con la localización anatómica del CCR(17).

La evidencia científica acumulada en los últimos años indudablemente apoya el cribado y la vigilancia en la prevención del CCR(3,6). Los métodos de cribado se resumen de la siguiente manera:

  • 1.los individuos con factores de riesgo personal y/o familiar se consideran de riesgo elevado y son tributarios de programas de cribado o vigilancia específicos
  • 2.en ausencia de antecedentes personales y/o familiares, la edad del individuo es la condición más determinante del riesgo de CCR. Los individuos menores de 50 años sin factores de riesgo adicionales presentan un riesgo de CCR bajo y no se consideran tributarios de intervenciones de cribado para esta neoplasia. Por el contrario, los individuos de 50 años o más, sin factores de riesgo adicionales, se consideran población de riesgo medio. En esta situación debe recomendarse el cribado de CCR mediante la detección de sangre oculta en heces (SOH) anual o bienal y/o una sigmoidoscopia cada 5 años o una colonoscopia cada 10 años (Figura 1)(6). De estas […]

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